lunes, 28 de diciembre de 2009

Tus Boxers Nuevos


Desde que salimos del lugar, mis ganas comenzaban a brotar, subimos al coche y de vez en cuando te miraba como una presa, de repente me devolviste una mirada extrañada, y preguntaste que pasaba.

-¿Usas tus bóxers nuevos?-

-Si- contestaste un poco perturbado por mi pregunta.

-¿Me dejas verlos?- Mis ojos brillaron de lujuria

Antes de que pudieras decir algo, mis manos encontraron el cierre de tu pantalón, y sin mayores esfuerzos te encontrabas ya manejando, con el pantalón desabrochado.

Te dedique una mirada por de más delatadora, y seguro de inmediato supiste lo que seguía a continuación, sin más preámbulos mi mano temblorosa, saco de tus bóxers tu pene ya erecto.

Apenas un par de caricias, y mi boca devoro entonces tu erección, más de un conductor debió darse cuenta lo que pasaba dentro del coche, una mujer empinada hacia el asiento del chofer, un chofer que tenía una cara tremenda de satisfacción.

Desde donde estaban situada podía oír tus respiración cada momento más agitada, y mi boca seguía su ritmo, arriba, abajo, dándote una mamada de esas que solo yo se dar y de esas que tu disfrutas tanto.

El camino no era muy largo, pero el tiempo me basto para dejarte extasiado, con movimientos más acelerados, te lleve hasta el orgasmo, y de repente sentí tu descarga caliente y abundante en mezclada con mi saliva, con la adrenalina del momento, llegando casi a nuestro destino, y muy seguramente con las recurrentes miradas de los peatones, me trague tu semen.

martes, 22 de diciembre de 2009

Camioneta

Nos habíamos acomodado en el asiento de atrás de la camioneta, ya era tarde y el camino de regreso era en verdad oscuro y solitario. Adelante iba tu familia y en la oscuridad te susurré al oído: "Házlo", al mismo tiempo q con mi otra mano desabotonaba y bajaba el cierre de mi pantalón.

Se iluminaron tus ojos con lujuria y desesperación por introducir tu mano entre mi pantalón. Entre pláticas y risas en un momento yo me quedé en silencio, tus movimientos arriba-abajo, circulares y fuertes me estaban poniendo cachondísimo, ya estaba duro pero quería más; con un gesto te indiqué q metieras la mano debajo de mis bóxers. Un segundo después tu mano fría envolvió mi pene, y con los mismos movimientos, ahora más intensos y mi respiración agitada y discimulada en tu oído tuve un orgasmo delicioso, me vine deliciosamente en tu mano, en la oscuridad y con tu familia en la misma camioneta.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Día de Estudio

Me preguntaste si podías ir a mi casa a estudiar, la materia era complicada y una buena manera de que aprendieras mejor los temas era enseñándome a mi, tu mejor alumno.

Música y comida, nos instalamos en la cocina, yo escuchaba atento cada una de las lecciones. Estábamos solos pero tu bastante concentrada en leer un poco y explicarme otro tanto cada tema, yo ponía atención aunque aprovechaba cualquier oportunidad para ir por agua, simular un beso, rozar tus hombros y espalda con mi hombría o espiar tu escote perfecto cada que tu posición me lo permitía.

Así transcurría el rato, entre estudio y provocación de mi parte, a ti no te desagradaba la idea ya que facilitabas mi labor inclinando tu cuerpo al "leer" y dejándome ver más allá de tu blusa, o moviendo tu cuerpo para frotar discimuladamente mi entrepierna.

Los minutos transcurrían asi como el juego discreto entre el estudio, lo abultado de mi pantalón fué ya imposible de ocultar y en cuanto lo notaste, algo te pasó, despacio apartaste tus manos del libro y me pediste cortezmente me pusiera de pie. Sin saber, obedecí y me postré frente a ti, ahora el objeto de tu atención era mi pantalón. Firme, debajo de mi pantalón, mi erección te esperaba, pero no sabía si seguía un arrebato de lujuria o algún otro juego de provocación en medio de nuestra sesión de estudio.

Tu cara no demostraba la usual lujuria o malicia al provocarme, serena y sin prisa, pero con acciones decididas, desabotonaste mi pantalón y de un movimiento suave bajaste el cierre y bajaste mi bóxer ajustado color negro dejando mi verga frente a tu cara, quedé expuesto, silencioso, en la cocina, con música, comida y libros sobre la mesa, callado.

Tenías tus manos algo frías pero las sentí deliciosamente sobre mí. Con movimientos suaves te dedicaste a reafirmar la dureza de mi erección hasta que quedé demasiado duro y caliente, asi me querías, tu ya tenías un plan y tu próximo paso era apretarme de las nalgas y dirigir mi cuerpo hacia tí, para que mi verga penetrara tu boca. Al sentir tu saliva sentí electricidad recorriendo todo mi cuerpo, desde la punta de mi pene hasta cada rincón de mi cuerpo, tu lengua hizo lo suyo, al principio suave y lento, muy labial, mucha saliva y usando bastante la lengua desde la base pegada a mi cuerpo hasta la punta, acariciando a la par con una mano mis huevos y con la otra apretando fuerte mis nalgas, fui tu objeto de placer, te deleitaste haciéndome tuyo. Intenté acariciar tus tetas, o cambiar de posición, pero como perra en celo y cambiando totalmente tu mirada, me observaste negándome cualquier cambio, así querías permanecer y así tenía que ser, yo era el juguete.

Me sentía en las nubes, me vuelve loco como me la mamas, seguiste hasta q no pude resistirlo más, el calor de tu boca en mi erección es delicioso, te avisé q estaba a punto de venirme, me miraste un segundo y aceleraste el ritmo. Exploté en tu boca, me vine dentro de tí, saqué mi verga de tu boca, abriste más los ojos y se quedaron fijos en mi cara de placer y en un instante tragaste mi semen, limpiaste tu labio inferior y seguiste estudiando.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Dándole la bienvenida al frio

El frio se empieza a sentir jodidamente intenso y en este instante lo único que me da calor es recordar nuestro encuentro de ayer, anoche al acostarme había un algo entre mis sábanas, una combinación escondida de aromas, de sudor, de placer, gritos y sexo.

El día comenzó con un llamado que ya esperaba yo entre sueños y llegó alrededor de las 9 de la mañana, tu tenías que atender muy temprano y en cuanto te desocupaste me llamaste, habíamos acordado vernos para desayunar y prepararnos para otros compromisos para más tarde.

Un hombre no puede dejar todo a la ligera, siempre necesitamos un plan y tener un esquema mas o menos organizado de lo que será el día, yo ya tenía todo pensado, me arreglé rápido y salí a tu encuentro en el lugar acordado, pasamos a comprar un par de cosas a la farmacia y como con prisa pero discimulando un poco mis intenciones y las tuyas llegamos a mi casa. El frío era bastante, en algún instante creo q notaste q te jalaba al caminar, era mi urgencia de volver a un lugar más cálido y acompañado por ti, seguro se me olvidaría el frío de estos días.

Subiste a mi habitación y te dispusiste a meterte en mi cama, no tenías malicia en la cara, me puse un poco más cómodo hasta donde el frío me lo permitió y me metí en las cobijas junto a tí.

Descansamos y pretendí que dormiría no más de 1 minuto, de hecho hasta te daba la espalda, no me resistí a tenerte a mi lado, en mi cama, con frío, y para aminorar el calor y por el tiempo que había pasado sin estos momentos, comencé a besarte despacio, usando mucho los labios y poco la lengua, besos secos y de mucha carne, ricos, para deleitarme de tu boca, recorrí de tu labio superior hasta el borde de tu escote, sintiendo la delicia del calor de tu pecho conforme me acercaba a tus tetas. Degusté sin prisa el sabor de tu cuello y de la parte que tu suéter me ofrecía de tus tetas, de repente, no pensé más, no hacía más frío y pude despojarte lentamente de lo q me estorbaba, el suéter rosa, tus jeans y un mallón negro que llevabas debajo por el frío. Quedaste angelical y deliciosamente expuesta ante mis ojos, aún llevabas calcetines, unos ligeros calzones blancos y un brasier haciendo juego por el que se dibujaban tus pezones producto de la excitación y del frío que hacía.

Mi cámara estaba cerca y no dudé un segundo para preservar estas imágenes, dejé la cámara a la mano por si encontraba una buena posición que preservar en digital y así fué, varias imágenes de nuestro encuentro están ya guardadas en mi cajón.

Así como estabas me quité la playera para sentir el calor de tu cuerpo en mi pecho mientras me dedicaba con una mano a acariciar tus muslos y con la otra a juguetear con tu hombro y los tirantes de tu brasier, me pareció que te urgía quitártelo y se que te diste cuenta que retardaba la agonía de tus pezones por sentir mi boca sobre ellos. Pero como lo tenía previsto, no podría resistir demasiado al tenerte para mí, dispuesta y complaciente, dejé de besarte y con los dientes descubrí la belleza de tus tetas para que al aire de la habitación acariciara la dulzura de tus pezones totalmente erectos.

Desde que llegaste a mi cama tenía ganas de abrirte las piernas salvajemente y penetrarte hasta hacerte gritar de placer. Hoy el juego era disfrutarte, admirar tus tetas y acariciar tu cuello hasta llegar a las rodillas. Cuando quedaste solo con tus calzones blancos el recorrido de besos desde tu boca llegó a tus muslos para despojarte lentamente tu última prenda. Cerraste las piernas involuntariamente, parecías una chicquilla tímida, no me hice esperar y separé tus rodillas con dulzura para poder admirar la belleza de tu intimidad, ahí estaba tu vello púbico, no largo y ya creciendo desde la última vez que lo arreglaste para mí, y un poco más abajo tus labios íntimos, que parecen una flor, de un color tan perfecto, con mis besos y mi saliva abrí tu flor y acaricié tu clitoris, ya quedó también tu agujero expuesto y pude admirarte por dentro, me gusta tu vagina, me gusta el color, su sabor y su aroma, la miel que emanas cuando te excitas, te probé y te volví a besar entre las piernas, mi lengua cada vez más rápida, y tus manos exigieron metiera mis dedos en tí. La vista desde donde estaba era deliciosa, en primer plano, tu vagina, abierta por mis dedos y mi boca degustando tu miel y tu clitoris, al alzar la mirada me encontraba con tus manos desesperadas y tus pezones más erguidos que antes, tus tetas vibrando y tu mordiéndote los labios dejándome hacerte gozar.

Llegaste al punto donde no te es suficiente la lengua, ni mis dedos en tu vagina, te sorprendí con un dedo más en tu culo, se que te gusta, estabas totalmente zorra para mí, te incorporaste, ya no querías dedos ni lengua, querías verga, suplicaste te penetrara. Cambiamos de posición, me tumbé abajo de tí y me montaste, me vuelve loco el instante donde envuelves a mi virilidad de tu calor, de la humedad, donde se desaparece en tu cuerpo y te hago mía. Duramos buen rato cogiendo así, estrujaba tus tetas y veía su vaivén hermoso, al ser deliciosamente grandes es un placer verlas mientras cogemos, de repente nos besabamos, pero prefiero dedicarme a sentir el baile perfecto de tus caderas, llevarte al cielo, que grites extasiada, hablarte, decirte lo que te gusta mientras hacemos el amor, tan hermosa como princesa pero tan deliciosamente zorra.

Gritaste de placer y me volvi loco. Aún no me venía yo, y tu necesitabas que explotara y te llenara de semen dentro de tí, cambiamos de posición, ahora la acción recaía en mis movimientos duros sobre tu cadera, tu estabas abajo y yo me movía para penetrarte cada embestida un poco más, te encanta q te perfore las entrañas, estabas debajo de mí calientísima pidiendo me viniera dentro, no tardé mucho, metértela es delicioso y en un beso salvaje me hiciste llegar al orgasmo, seguí moviéndome hasta llenarte completamente de mí.

Me encanta hacerte sentir mía y sentirme tan tuyo, te amo mi princesa putita.