lunes, 28 de septiembre de 2009

Todo un tabú para ti

Cuando te lo propuse las primeras veces, te escandalizabas y te negabas rotundamente. Yo de cierta manera me había hecho a la idea del fracaso de mi campaña por hacerte totalmente mía.

Las caricias iban en ascenso y la vergüenza entre los dos llegó a ser nula, cada vez nos atrevíamos a más. En cierto punto de nuestra novela, diste el primer paso hacia lo que yo habia venido buscando, te arriesgaste a algo que tenías miedo a que no te gustara y lo disfrutamos inigualablemente, mira que hacerme eyacular deliciosamente sin tocar mi miembro y solo al entregarme tu cuerpo fué riquísimo.

Fui avanzando en este tema tabú con mis dedos hasta crearnos la necesidad de dar el siguiente paso. Hoy sucedió y fué indescriptiblemente rico.

Después de mi reciente y delicioso vicio de tener tus piernas abiertas y llenarte la cara de placer con mi lengua entre tus piernas y haberte escuchado gritar de placer te ordené que tomaras posición, nuestro juego no había acabado y aún me tocaba disfrutar a mi de mi fantasía de penetrarte por el culo.

Te empinaste en la cama, desnuda, dejando tus nalgas al aire y el esplendor de tus labios para mi deleite y frente a mi, tu precioso culo en charola de plata para cumplir mi capricho. Me puse en posición de pie y admirando el agujero de tu vagina y el de tu culo en una misma imagen me volví loco, mi erección estaba totalmente lista para penetrarte.

Admirando otra vez tu figura y con tu culo bien lubricado con mi saliva al igual que mi verga te perforé lentamente al ritmo de tus caderas, nunca me imagine el placer de meterte el miembro por entre tus nalgas, fué lento y cadencioso, apreté tu cintura y fui entrando con cada embestida un poco más dentro de ti. Disfruté cada centímetro que te penetré acompañado de un leve dolor y una gran presión en mi verga.

Encontramos el ritmo perfecto y me hiciste gozar, sentía mi verga explotar de placer y en un movimiento delicioso, llené tus entrañas de mi calor.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Mi número favorito

Estábamos frente al televisor, esa tarde pintaba de lo más cotidiana, me tenías abrazada y estábamos los dos recargados en el sofá, de pronto tu mano “por descuido” rozo uno de mis pechos y ese fue el comienzo de una tarde inolvidable…

Voltee a verte con mezcla de intriga y travesura, y te comencé a besar, primero fueron besos demasiado melosos, sin morbo alguno, pero la descarga eléctrica que estaba sintiendo era cada vez más fuerte y los besos se tornaron más desatados, tus manos estaban en un abrir y cerrar de ojos entre mi blusa y las mías buscando algo debajo de tus pantalones.

La poca sangre que había aun en mi cerebro me regalo una idea maravillosa, me levante de golpe, y tomando tu mano te conduje a la habitación de abajo, literalmente te avente a la pequeña cama, me subí encima de ti y los besos seguían acompañándonos, solté el listón que sujetaba mi cabello y con él te vende los ojos, tu no decías palabra alguna, luego ate tus manos a la cabecera de la cama con una bufanda, y declaré inaugurado nuestro juego.

Comencé a desvestirte, y notaba como con cada segundo que pasaba te ponías mas cachondo, me lo hacía saber lo abultado de tu verga; cuando estuviste sin nada me tocaba a mi despojarme de todo, tu no podías ver, pero como parte de mi juego comencé a decirte la prenda que me quitaba.

Cuando estuve desnuda yo también, te susurraba al oído, lo caliente y mojada que estaba, como mis pezones estaban completamente erectos, esperando con ansias tu lengua que los destroza de placer, luego con dos de mis dedos tocaba mi clítoris, describiéndote todas las sensaciones que sentía.

Con cada una de mis palabras tu respiración se agitaba más, y viendo lo excitado que estabas, decidí juntarte nuevamente…

De un solo golpe, metí tu pene a mi boca, y comencé a lamerte como solo lo sabe hacer una verdadera zorra, mi saliva solo te estaba poniendo más y más caliente, y el roce de mis dientes en toda la extensión de tu erección, estaba llevándote poco a poco a la cima.

-Mi amor yo también quiero probarte- decías
Yo seguía haciendo caso omiso de tus plegarias, y no paraba mi labor.

De repente sentí una mano en mi cabeza marcando el ritmo con el que me penetraba la boca tu verga, te habías desatado, que desobediente niño.Debo confesar que todo el tiempo estuve esperando que el macho que llevas dentro saliera y no dejarme continuar si hacer tu también algo.

Entonces como parte del mismo juego me preguntaste si tenia un número favorito, y descubriendo a donde iba encaminada tu pregunta, y con tu erección aun en mi boca, conteste que no. -Pues al final de esta tarde seguro lo tendrás-

Con la fuerza que caracteriza a tus brazos, me alejaste de ti y me ordenaste dirigiera mi entrepierna a tu boca. Entonces me acomode, y un solo segundo después, ya estaba tu boca hurgando en mis labios mojados.


Podía sentir tu saliva mezclada con mis fluidos, y como tu lengua con movimientos circulares saludaba mi clítoris para entonces lo suficientemente excitado como para sentir un poco de dolor.

Yo no podía quedarme atrás y viendo tu pene tan hermosamente erecto con las venas dilatadísimas y justo enfrente de mi boca, comencé a mamarte como tanto te gusta.
No se que me ponía más puta, si la maestría con que tu lengua se movía tanto en mi clítoris como en mi agujerito, o estarte comiendo la verga.

No tardo mucho para que nuestras respiraciones, mezcladas con el sonido de tu lengua y mis gritos ahogados con tu pene, crearan la música perfecta en esa tarde. Y el orgasmo nos llego pronto, nuestros movimientos en poco tiempo se había sincronizado, y entre espasmos, gritos y palabras, tu semen entro a mi boca, caliente y dulzón… y mi calor invadió la tuya.

Entonces me recosté en tu pecho y solo atine a decir unas cuantas palabras “Si mi amor, ya tengo mi número favorito”

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Viento

Puedo verte en la oscuridad, no noto el cansancio en tu cara, al contrario, te noto bastante cómoda y placentera. Tu cabello suelto y el resplandor de tus labios son algo preciosísimo a éstas horas. Traes puesta una de esas blusas blancas con encaje en la parte superior del pecho y una tela finísima que tan deliciosamente se ajustan a tu cuerpo, debajo de tu ombligo solo llevas un pequeño boxer "cachetero" que tan bien se amolda a tus caderas.

El frío de la noche será mi aliado hoy, al entrar por tu ventana te veo muy tranquila y hasta podría atreverme a decir que confiada, como si se tratase del viento o algún movimiento tuyo te quito las cobijas hasta la cintura, duermes boca arriba, lo que te deja con las tetas al aire, tan solo protegidas por esa ligerísima tela que si bien sirve para no dejar ver tus preciosos pechos, también regala una estupenda vista de la grandiosidad de tus tetas y la finura de tus pezones, que en el mismo instante en que te descubrí se elevaron al cielo, formando así un espectáculo delicioso. Tú estás dormida, pero tu cuerpo reacciona perfectamente a mis estímulos y aun con la oscuridad puedo deleitarme con la preciosa forma de tus tetas y tus pezones perfectamente erectos sobre la tela blanca.

Creí oir un suspiro

Camino con mis manos desde tu cuello hasta el borde superior de tu ropa interior decidido a juguar un poco sobre las costuras. Miro fijamente tus muslos como si tuviera frente a mí a mi presa que está a punto de ser devorada.

Lentamente, para no despertarte, bajo tus ajustados calzones, la maniobra es tardada pero el exquisito placer de contemplar tu monte de venus con una hermosa y ligera capa de vello púbico y un poco más abajo tu flor aún cerrada es maravilloso.

Y aqui estoy ya, separo tus piernas lento al mismo tiempo que volteo a ver tu entrepierna, se me ocurre despertarte para comerte a besos pero no, quiero disfrutarte. Cuando tus rodillas están separadas una distancia considerable, los delicados y suaves pétalos de tu intimidad parecen abrirse.

Asaltando la tranquilidad de la Noche y la de mi Luna, me metí entre sus piernas para encontrar la intimidad más hermosa y tan mía que no me quedó de otra que quedarme ahi hasta el amanecer.

Y así, y al no encontrar mejor lugar para habitar por las noches, regreso cada noche por tu ventana, debajo de tus sábanas y entre tus piernas

martes, 22 de septiembre de 2009

De Fiesta

Esa noche fría de octubre, tu vestías traje negro, dios como amo los pantalones de vestir en ti, hacen que cada q me acerco un poco más a, tu miembro rocé con mi vientre y suba mi temperatura; yo usaba un vestido strapless, que dejaba muy poco a tu imaginación, mostrando mis pechos grandes a los que no podías quitar la vista de encima, bailábamos tan pegados que nuestros cuerpos comenzaron a sentir calor a pesar del frío.

Entonces en un movimiento pude notar que tu verga estaba empezando a ponerse considerablemente dura… un gemido escapo de mi boca y sin poder ni querer evitarlo te susurre al oído –Tenemos que escaparnos-

Sin decir nada a nadie, y tratando de pasar desapercibidos, nos escabullimos haciendo a la noche nuestra cómplice.

Mientras conducías el coche, te lance una mirada de zorra y sonriendo baje el cierre de tus pantalones, entonces lancé mi boca a tu entrepierna, y ayudada de mis manos baje tus bóxers, dejando completamente disponible tu erección, así sin avisos comencé a lamerla, primero despacito y luego con las ganas de quien no ha probado bocado en largo tiempo, tu respiración solo me indicaba que estabas tan excitado que si seguía así no tardarías en venirte en mi boca…

Entonces paré al mismo tiempo que tu detuviste el coche, bajamos con nerviosismo, procurando no ser vistos, saque las llaves de mi bolso y a toda prisa abrí la casa, no se como logramos llegar a mi habitación, pues nos deteníamos cada segundo a besarnos y acariciarnos.

Ya arriba los besos se hicieron más urgentes, baje con prisa tu pantalón que estaba ya desabrochado y así de pie empecé a masturbarte, estabas tan caliente que de tu boca escapaban suplicas que yo callaba con besos cada vez más desesperados.

Entonces, subí mi vestido hasta la cintura, y con tus manos inquietas comenzaste a hurgar debajo de mi tanga, no me la quitaste, solo la hiciste a un lado, metiendo dos de tus dedos en mi vagina para entonces empapada y ardiente, con movimientos circulares jugaban de vez en cuando con mi clítoris tan excitado que el dolor me invadía, pero era un dolor que estaba disfrutando.

Cuando la pasión estaba al borde, y en la habitación reinaba un calor inigualable, te acostaste en la orilla de la cama, y me ordenaste que te montara.

Sin ganas de discutir ni desobedecer, y sin quitarme siquiera la tanga, me subí encima de ti, haciendo que tu erección entrara lo más profundo en mi, la oleada de placer y lujuria pronto nos envolvió a los dos, y mis gritos retumbaron por toda la casa, el orgasmo me había llegado y ahora era tu turno, unos cuantos movimientos más de mi cadera y sentí tu explosión en mi interior.

Sin tiempo para reposar, nos acomodamos las ropas y salimos de prisa, volvimos esa noche a la fiesta, pero más bailados que los que estaban ahí.

domingo, 20 de septiembre de 2009

[4 x 1] parte 4...

Desperté y eran apenas las ocho de la mañana, te mire a mi lado, desnudo y con el brillo que tu piel adquiere después de una dosis alta de sexo. Comencé a besar tu boca con hambre y pude sentir como ronroneando como un gatito despertabas, me puso tan cachonda tu mirada asombrada, y más aún tus brazos fuertes atrayéndome a ti, mientras mi entrepierna podía sentir tu pene para entonces ya erecto.

-Me encanta que amanezcas tan puta- me susurraste al oído, esas palabras despertaron más mis ganas y te besé más apasionadamente al tiempo que tu erección era más evidente.

Entonces hice las cobijas a un lado dejando que el aire frio acariciara nuestros cuerpos ardientes, me subí encima de ti y acerque mis tetas a tu boca, sin dudarlo un instante, comenzaste a estrujarlas con tus manos, mientras mordías, lamias y besabas mis pezones, yo respondía a tus caricias con grititos cada vez más sonoros.

Cuando el placer llegaba casi a su punto máximo, quise que tu también sintieras y baje por tu cuerpo viéndote con esa mirada de puta que tan caliente te pone, llegue hasta tu verga y sin aviso comencé a meterla a mi boca, hasta que estuvo toda dentro, pude sentir como te estremecías, mientras casi me gritabas –Me encanta como me la mamas-

Tu verga caliente era presa de mis manos, de mi boca, que jugaban alternadamente con ella, y cuando me dijiste que estabas a punto de explotar, deje mi delicioso manjar y sin aviso me monte en tu cuerpo dejando que tu verga dura me penetrara por completo.

Con el vaivén armonioso de dos cuerpos que se complementan a la perfección, prolongue tus gritos y ahogue los míos, sintiendo entre espasmos como tu semen se derramaba en mi interior, mientras me tumbaba exhausta por las 4 maravillosas veces que hicimos el amor en menos de 24 horas.

A petición tuya

Me quité la ropa como usualmente lo hago, sin prisa ni reparos en el cuerpo que tanto te gusta tocar. Abrí el agua caliente y deje crear un poco un efecto sauna en la regadera; y sin más que tu petición en mente, me metí a bañar.

El principio fué muy usual, aunque recordaba nuestra conversación de en la tarde, que llegó a un cuento con dos fantasías en una, y asi, pensando en ámbas fantasias fué que mi miembro empezó a crecer acompañado de esa lluvia de agua caliente que tanto facilitó el trabajo, añádele que al cerrar mis ojos tu cuerpo desnudo aparece automáticamente y un recorrido imaginario empezando en tus rodillas y hasta tus hombros, haciendo énfasis entre tus muslos y en tus grandes pechos me empezaron a volver loco.

Mi ducha siguió con mi pene firmemente erecto, aun sin tocarme. Entre cerrar los ojos y recordar había logrado crecer y ponerse durísimo como a ti te gusta en tu boca o en tus delicadas manos.

Terminé las lavores de limpieza, cerré las llaves del agua y me dediqué a pensarte. Te imaginé en la cama, con ese camisón blanco transparente pegado a tu cuerpo, pensé en tus pezones erectos resaltando sobre la tela, en que debajo de esa prenda no había nada más que tu hermosa desnudez, que me esperabas haciéndote la dormida en la cama, mi mano derecha agito fuertemente mi verga pensando en tu cuerpo.

Y fué asi como me vine, desnudo, aun mojado por el baño, presa de todas tus provocaciones durante la tarde y pensando en tu delicioso cuerpo