martes, 11 de agosto de 2009

Estrenando

Al parecer ya nos despedíamos, se había hecho tarde y la noche se avecinaba fría. Salimos de tu casa como es costumbre pero en un movimiento repentino tomé tu cintura y acerqué mi boca a la tuya.

Y te fui besando suavemente ahi junto a tu puerta, recorrí tu boca con mis labios y seguí el tierno camino de tus comisuras hasta llegar a la punta de tu lengua, probé y degusté el sabor de tu saliva y el calor de tu interior se escapaba por entre tus labios. Lo necesitabamos, los besos se fueron haciendo mas intensos, las bocas se abrían mas y las lenguas despertaban ansiosas.

El frío poco importó y estar al aire libre con la Luna abrigados menos.

En mi entrepierna se comenzó a dibujar desde el primer rose de tus labios una erección y conforme incrementaba el calor de nuestras manos, mi pene se dibujaba mas grande y tus muslos se dieron cuenta de esto. Lo mencionaste y me calenté mas, por obvias razones mi pene estaba grande y duro, hacía ya tiempo que le urgían tus manos, tu boca, pero sobre todo tu vagina y con el calor de tus besos fué imposible discimularlo.

Yo estaba excitado, pero sabía que tu también lo estarías, en tus ojos vive esa necesidad de sentirte mía, y si se frustran nuestros planes pareciera que se te rompiera el mismo corazón y no solo las ganas, necesitamos hacer el amor, sentirnos él uno del otro y viceversa, necesito tantas cosas de tí, pero esa noche, bajo la Luna, solo necesitabamos nuestras bocas, nuestra urgencia de amor y mis manos.

A pesar de que mi erección me estaba matando te pedí que no me tocaras, estaba muy caliente y cualquier rose de tus delicadas manos me haría eyacular en un instante. Y me dediqué a mojarte, a humedecer tus labios y acariciar con mis dedos tu clitoris, frotar tus labios y hacerte mojar mas y más. Metí un dedo en tu vagina y luego dos, quemabas por dentro, salía miel de entre tus piernas y yo me ponía cada vez mas duro y alucinaba cada vez más con tu cuerpo.

Con mi mano libre apretaba tus nalgas y me metía un poco entre ellas, tan grandes y sabrosas, apretaba un poco, acariciaba otro tanto, pero siempre sin descuidar mis dedos jugueteando en tu vagina.

En la urgencia de mis manos y de tus ganas de pasión y que te penetrara, entre gemidos me susurraste al oido:
-¿Te gustaría meter el dedo verdad?
...Sí
-¡Házlo!

No esperé dos veces y me fui haciendo camino entre tus preciosas y suaves nalgas buscando un nuevo lugar para mi el cuál penetrar con mi dedo. Al principio no lo creí, me parecía que estaba soñando, estabamos demasiado calientes, el morbo poco me dejaba pensar y solo me dedicaba a hacerte gozar a sabiendas que mojarte me pone aun peor a mi.

Exploraba con mis dedos mas abajo. Bajaron por entre tus nalgas hasta que encontré el lugar: ahí estaba tu otro agujerito que quería penetrar, se que al principio te dolió porque está muy apretadito, mi dedo de enmedio tuvo algo de problemas para hacer su entrada, pero lo logré, te apreté contra mí, y en un movimiento violento, mi dedo entró por tu culo.

Tenía dos dedos en tu vagina y el otro conociendo tu nuevo agujero, enloquecí, no pude aguantar, tanta lujuria, tantas ganas contenidas, mi pene apenas rozaba tus muslos pero la erección era tan grande y el morbo también era tan excesivo que no me quedó otra opción que dejarme llevar, casi podía sentir como mis dedos se tocaban por entre los dos orificios. Y fué asi como ahogué mis gritos en tu boca, mi respiración se agitó y en un par de espasmos violentos eyaculé. Me vine y fue demasiado semen, lo pude sentir caliente sobre el pantalón, hubiera preferido que cayera en tus tetas y escurriera caliente hasta tus pezones como me lo has propuesto.

Metí mas mi dedo entre tus nalgas y sentí riquísimo, la pasión invadió mis ojos y cada milímetro que avanzaba adentro en tu vagina y también en tu culo te mojabas mucho más, ya sentía como escurría por tus muslos tanta miel. El mismo día que estrenamos la palabra en nuestro vocabulario pasional teníamos que usarla de la mejor manera.

Y bajo la Luna y después de mucho tiempo, con un dedo en tu culo y acariciando tu vagina gritaste, tus piernas temblaron y de tu boca salieron gemiditos ahogados en besos.

1 comentario:

  1. Lo leo, lo leo y lo vuelvo a leer y ocurre lo mismo cada vez, siento una emoción escesiva, mis ojos se cierran y me trasporto al momento aquel, y mis labios se vuelven a humedecer.... y mi boca se seca.

    Fue tan placentero, descubrir y estrenarme contigo. sentir tus dos manos traviesa ocupadas, una en mi vagina y la otra en mis nalgas.... fue maravilloso!!

    Ven, repitamos la ocuasión!

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