martes, 25 de agosto de 2009

A 2 metros de distancia

Era una tarde tranquila, justo después de que te dormiste en mis brazos por el cansancio diario de tus labores, donde no se dibujaba nada fuera de lo normal; tu tenías cinco minutos despierta y después de levantarte un segundo para despejar un poco tu sueño, te acostaste pero en el otro sillón, frente a mí.

Te dejaste caer como pluma, no sospechaba nada, talvez tú tampoco; estabas boca abajo y tu uniforme dibujaba unas nalgas perfectamente redondas y ajustadas a tu uniforme.

Aun recuerdo tu sonrisa pícara, porque justo después que volteaste a verme con malicia empezaste a jugar con tu dedo índice y tú boca, mirabas mi entrepierna al tiempo que metías tu dedo en la boca y llenándolo de saliva me provocabas con tus labios, tu juego se volvió cada vez más explícito, tu dedo tenía ganas de ser mi verga y tu boca tenía ganas de estar entre mis muslos.

Me volví loco, moría de ganas de acercarme hasta el otro sillón, también te invité a venir junto a mí, te negaste y seguiste con tu dedo en tu boca, viendo como algo crecía en mi entrepierna.

Te seguí el juego, y cuando empezaba a entender las reglas las cambiaste totalmente. Dejaste en paz tu boca para llevar tu otra mano por debajo de tu pantalón y más allá, se metió entre tus piernas, la escena era irreal. Yo la verdad no la creía, pero me llevaste a la realidad cuando me hacías una seña con tus ojos de que me tocara yo también.

Solo veía como tu mano se agitaba bruscamente y unos nudillos delicados se notaban por debajo de tu pantalón, tenían un movimiento rítmico con tu respiración, yo cerraba los ojos e imaginaba tu dedo abriéndose paso entre tus labios ya húmedos por tu juego y descubriendo tu clitoris, tan delicado y tan delicioso, tan perfectamente ya excitado y con ese color tan inocente. Mientras tu jugabas con tu clitoris, yo no pude hacer más que ceder a tus indicaciones, me toqué sobre el pantalón y se comenzó a notar mi erección por sobre el pantalón.

Tu respiración se empezó a agitar muchísimo y mi pene quería explotar de placer, no aguantaba más el juego, viendo como te tocabas y tocarme y todo, agregándole además que con tu mano libre jugueteabas con tus pezones, llevando tu mano a tu boca, humedeciéndola y luego regresaba hacia tus tetas ya llena de saliva. Moría de ganas de venirme en tí, en tu boca, en tus manos, en tu vagina...

Y así siguió nuestra tarde perversa, hasta que a dos metros de distancia me vine tocándome al ver como te tocabas y tu también tuviste un delicioso orgasmo

2 comentarios:

  1. Nunca pense lo que pasaría cuando empecé a jugar con mi dedo en mi boca, pero la sorpresa fue muy grata, me gusta jugar a calentarte, al grado de que no importe incluso la distancia para darnos placer.

    Ven y hagamos lo que en tu imaginación viva esta noche.

    ResponderEliminar