martes, 25 de agosto de 2009

A 2 metros de distancia

Era una tarde tranquila, justo después de que te dormiste en mis brazos por el cansancio diario de tus labores, donde no se dibujaba nada fuera de lo normal; tu tenías cinco minutos despierta y después de levantarte un segundo para despejar un poco tu sueño, te acostaste pero en el otro sillón, frente a mí.

Te dejaste caer como pluma, no sospechaba nada, talvez tú tampoco; estabas boca abajo y tu uniforme dibujaba unas nalgas perfectamente redondas y ajustadas a tu uniforme.

Aun recuerdo tu sonrisa pícara, porque justo después que volteaste a verme con malicia empezaste a jugar con tu dedo índice y tú boca, mirabas mi entrepierna al tiempo que metías tu dedo en la boca y llenándolo de saliva me provocabas con tus labios, tu juego se volvió cada vez más explícito, tu dedo tenía ganas de ser mi verga y tu boca tenía ganas de estar entre mis muslos.

Me volví loco, moría de ganas de acercarme hasta el otro sillón, también te invité a venir junto a mí, te negaste y seguiste con tu dedo en tu boca, viendo como algo crecía en mi entrepierna.

Te seguí el juego, y cuando empezaba a entender las reglas las cambiaste totalmente. Dejaste en paz tu boca para llevar tu otra mano por debajo de tu pantalón y más allá, se metió entre tus piernas, la escena era irreal. Yo la verdad no la creía, pero me llevaste a la realidad cuando me hacías una seña con tus ojos de que me tocara yo también.

Solo veía como tu mano se agitaba bruscamente y unos nudillos delicados se notaban por debajo de tu pantalón, tenían un movimiento rítmico con tu respiración, yo cerraba los ojos e imaginaba tu dedo abriéndose paso entre tus labios ya húmedos por tu juego y descubriendo tu clitoris, tan delicado y tan delicioso, tan perfectamente ya excitado y con ese color tan inocente. Mientras tu jugabas con tu clitoris, yo no pude hacer más que ceder a tus indicaciones, me toqué sobre el pantalón y se comenzó a notar mi erección por sobre el pantalón.

Tu respiración se empezó a agitar muchísimo y mi pene quería explotar de placer, no aguantaba más el juego, viendo como te tocabas y tocarme y todo, agregándole además que con tu mano libre jugueteabas con tus pezones, llevando tu mano a tu boca, humedeciéndola y luego regresaba hacia tus tetas ya llena de saliva. Moría de ganas de venirme en tí, en tu boca, en tus manos, en tu vagina...

Y así siguió nuestra tarde perversa, hasta que a dos metros de distancia me vine tocándome al ver como te tocabas y tu también tuviste un delicioso orgasmo

domingo, 23 de agosto de 2009

Reencuentro

Esa sola frase en el auricular del celular, alcanzo a humedecer mi imaginación, no disponíamos de mucho tiempo, pero seguro en una hora podían surgirnos muchos planes.

Cuando toque el timbre de tu casa, el reloj ya marcaba más de las seis, me conduje al baño a humedecer un poco mi cara, tocaste la puerta, y te dije esta abierto, en ese momento giraste la chapa y dejaste en el piso un regalo para mí…

Tu imaginación también estaba mojada ya, tus ganas no podía permitirte más que pensar que esa tarde sería tuya.

Salí y te vi sentado en el sofá, tu cara me enseñaba lujuria y desesperación por ver mi cuerpo desnudo. Me lance sobre ti y comencé a besarte con pasión y ternura a la vez.

Los besos se hicieron cada vez mas apasionados, tu hurgabas mis tetas debajo de la blusa y mis pezones se hincharon al instante, mientras que yo sentía en mi abdomen tu verga muy dura, me arrancaste la blusa y desabrochaste mi sostén, entonces tu boca se dirigió a mis pechos, los devoraste como si fuera a ser la ultima vez, tu saliva humedeciéndolos, solo conseguía humedecer mi entrepierna.

Baje tus pantalones, y tus bóxers, para encontrarme con tu erección perfectamente grande, te acaricie con prisa. Deje de besarte… la boca, y baje hasta tu miembro, lo devore suavemente, viéndote de vez en vez con la cara de zorrita que te encanta cuando meto hasta el fondo de mi boca tu verga dura.

Cuando el calor nos recorría por completo, me aventaste al sofá, con tanta fuerza, que me mojaste más, sin avisos, tu boca se instalo en mi entrepierna, y bebiste mis jugos con tanta sed, que arrancaste gritos de placer.

Cuando estaba a punto del orgasmo, me ordenaste que me empinara, y yo obediente como siempre, lo hice, entonces sujetaste fuertemente mis nalgas y de un solo golpe me penetraste, la sensación fue indescriptible, me fascina sentir como te mueves en mi interior, con tu pene entrando y saliendo de mi vagina, me pusiste al borde del orgasmo, y tu también estabas a punto de venirte.

Entonces, saliste te acostaste, y me ordenaste: móntame. Mi carita de puta se ilumino, y abriendo mis piernas, y con mi mano guiando tu pene, te hice entrar.

Nuestros cuerpos se acoplan tan bien, mis caderas bailaban encima de ti, y con movimientos rítmicos, como el vaivén de las olas, te hice llegar, me avísate que estabas viniéndote, y yo podía sentir tu semen escurriendo en mis entrañas, justo cuando tus contracciones se hicieron más fuertes, yo también alcance el orgasmo, mis gritos retumbaron por toda la habitación, nuestros cuerpos estaban empapados, y nuestra hora se nos había acabado.

miércoles, 19 de agosto de 2009

El sonido de la Lluvia

El escenario era normal, una de esas noches que te visitaba y preferíamos platicar en mi carro. Después de una conversación de todo y de nada y después de una serie de besos exagerando el uso de labios y con la lengua explorando los rincones de la boca te pedí que te recostaras y cerraras los ojos, cual psiquiatra pide a su paciente que se relaje antes de iniciar alguna terapia.

Extrañada accediste, cerraste los ojos y colocaste tus manos a un costado de tus piernas, perfectamente relajada y te observé lentamente, te comí con la mirada, primero tus tobillos delicados hasta subir por tus piernas y hacer un análisis de tu entrepierna, imaginando tu monte de venus y los labios que se dibujarían entre tus piernas, subí por tu cintura jugando con tu ombligo y llegué a tu precioso pecho, sabía que debajo de la blusa y a través del brasier se dibujaban unas enormes y deliciosas tetas, imaginaba como tus pezones se ponían duros después de ser la parte mas suave de tu pecho, caminé por tu cuello y llegué a tu boca y puse PLAY



Acompañado por el sonido de la lluvia me dediqué a desabrochar tu pantalón, descubrí que traías uno de esos calzones que parecen de niña por tener dibujos y letras en colores pasteles, el morbo infantil de descubrir los calzones de las niñas empezó a levantar mi erección.

Toqué tus pezones alzando un poco tu blusa, solo los rocé para darme cuenta un segundo después que se habían puesto duros, la idea de morderlos apareció por mi boca, pero mi objetivo era sentir tu humedad. Aceptémoslo, el ambiente te había puesto caliente y tus calzones ya estaban mojados, sentir la humedad aún sobre la tela me incentivó para bajar un poco el pantalón, después un poco mas tus calzones y dejar al descubierto tu entrepierna. Observé con cuidado tu vello de mujer y como va cubriendo la parte superior de tus labios. Metí mis dedos suavemente y los abrí para descubrir tu perfectamente mojado clitorís de ese exquisito color rosado.

El sonido de la lluvia seguía, tu tenías indicaciones de que no te podías mover, solo te estremecías con el rose de mis manos entre tus piernas.

En mis pantalones se dibujaba ya mi pene totalmente erecto, lo apreté un poco como para ganar tiempo mientras terminaba mi labor contigo.

Volteé hacia afuera y la gente pasaba sin sospechar, el sonido invadía el carro y tu seguías mi juego, con mis ojos cerrados y tus piernas eróticamente abiertas.

Mis dedos fueron abriendo tus labios, dejando expuesta tu deliciosa vagina, ya escurrían por mis dedos tus fluidos y yo sentía que explotaría de tanto morbo y tanta lujuria por este juego que me ponía cada vez mas duro, quería sacarme el pene y llevarlo hacia tu mano, pero otra vez me resistí.

Con fuerza metí dos de mis dedos ya empapados en tu miel por tu agujero, toda tu espalda se arqueó y de tu boca salieron un par de gemidos mientras movía mis dedos por dentro, porque te fascina que te penetre con mis dedos tu misma levantaste tu cintura para quedar mas expuesta para mí. Seguí con mi juego y tu seguiste gozando, mis dedos iban de tu vagina a tu clitoris acariciando toda tu intimidad.

Tus gritos se empezaron a hacer mas fuertes y cada vez tratabas de callarlos mas mordiendo tus labios, no aguantaste más, explotaste en un orgasmo delicioso, llevada por tu imaginación, el sonido de la lluvia y mis dedos entre tus piernas

martes, 11 de agosto de 2009

Estrenando

Al parecer ya nos despedíamos, se había hecho tarde y la noche se avecinaba fría. Salimos de tu casa como es costumbre pero en un movimiento repentino tomé tu cintura y acerqué mi boca a la tuya.

Y te fui besando suavemente ahi junto a tu puerta, recorrí tu boca con mis labios y seguí el tierno camino de tus comisuras hasta llegar a la punta de tu lengua, probé y degusté el sabor de tu saliva y el calor de tu interior se escapaba por entre tus labios. Lo necesitabamos, los besos se fueron haciendo mas intensos, las bocas se abrían mas y las lenguas despertaban ansiosas.

El frío poco importó y estar al aire libre con la Luna abrigados menos.

En mi entrepierna se comenzó a dibujar desde el primer rose de tus labios una erección y conforme incrementaba el calor de nuestras manos, mi pene se dibujaba mas grande y tus muslos se dieron cuenta de esto. Lo mencionaste y me calenté mas, por obvias razones mi pene estaba grande y duro, hacía ya tiempo que le urgían tus manos, tu boca, pero sobre todo tu vagina y con el calor de tus besos fué imposible discimularlo.

Yo estaba excitado, pero sabía que tu también lo estarías, en tus ojos vive esa necesidad de sentirte mía, y si se frustran nuestros planes pareciera que se te rompiera el mismo corazón y no solo las ganas, necesitamos hacer el amor, sentirnos él uno del otro y viceversa, necesito tantas cosas de tí, pero esa noche, bajo la Luna, solo necesitabamos nuestras bocas, nuestra urgencia de amor y mis manos.

A pesar de que mi erección me estaba matando te pedí que no me tocaras, estaba muy caliente y cualquier rose de tus delicadas manos me haría eyacular en un instante. Y me dediqué a mojarte, a humedecer tus labios y acariciar con mis dedos tu clitoris, frotar tus labios y hacerte mojar mas y más. Metí un dedo en tu vagina y luego dos, quemabas por dentro, salía miel de entre tus piernas y yo me ponía cada vez mas duro y alucinaba cada vez más con tu cuerpo.

Con mi mano libre apretaba tus nalgas y me metía un poco entre ellas, tan grandes y sabrosas, apretaba un poco, acariciaba otro tanto, pero siempre sin descuidar mis dedos jugueteando en tu vagina.

En la urgencia de mis manos y de tus ganas de pasión y que te penetrara, entre gemidos me susurraste al oido:
-¿Te gustaría meter el dedo verdad?
...Sí
-¡Házlo!

No esperé dos veces y me fui haciendo camino entre tus preciosas y suaves nalgas buscando un nuevo lugar para mi el cuál penetrar con mi dedo. Al principio no lo creí, me parecía que estaba soñando, estabamos demasiado calientes, el morbo poco me dejaba pensar y solo me dedicaba a hacerte gozar a sabiendas que mojarte me pone aun peor a mi.

Exploraba con mis dedos mas abajo. Bajaron por entre tus nalgas hasta que encontré el lugar: ahí estaba tu otro agujerito que quería penetrar, se que al principio te dolió porque está muy apretadito, mi dedo de enmedio tuvo algo de problemas para hacer su entrada, pero lo logré, te apreté contra mí, y en un movimiento violento, mi dedo entró por tu culo.

Tenía dos dedos en tu vagina y el otro conociendo tu nuevo agujero, enloquecí, no pude aguantar, tanta lujuria, tantas ganas contenidas, mi pene apenas rozaba tus muslos pero la erección era tan grande y el morbo también era tan excesivo que no me quedó otra opción que dejarme llevar, casi podía sentir como mis dedos se tocaban por entre los dos orificios. Y fué asi como ahogué mis gritos en tu boca, mi respiración se agitó y en un par de espasmos violentos eyaculé. Me vine y fue demasiado semen, lo pude sentir caliente sobre el pantalón, hubiera preferido que cayera en tus tetas y escurriera caliente hasta tus pezones como me lo has propuesto.

Metí mas mi dedo entre tus nalgas y sentí riquísimo, la pasión invadió mis ojos y cada milímetro que avanzaba adentro en tu vagina y también en tu culo te mojabas mucho más, ya sentía como escurría por tus muslos tanta miel. El mismo día que estrenamos la palabra en nuestro vocabulario pasional teníamos que usarla de la mejor manera.

Y bajo la Luna y después de mucho tiempo, con un dedo en tu culo y acariciando tu vagina gritaste, tus piernas temblaron y de tu boca salieron gemiditos ahogados en besos.

sábado, 8 de agosto de 2009

[4 x 1] parte 3...

Salimos de prisa, escondidos entre las sombras, caminamos de la mano, y te juro que el solo rose de tus dedos con los míos producía electricidad, no se si era por lo que acabábamos de hacer hacia unos minutos en tu cama o por las ganas de que pasara lo que siguiera.

Llegamos a donde había muchos, pero siempre tu y yo con el pacto de no prestar atención a los demás de entregarnos como siempre a nuestras ganas, el abrigo me estorbaba, lo dejamos encargado, me adelante un poco meneando mis nalgas para que tu de lejos pudieras admirarlas, pude ver como tu mano bajo a mis piernas largas y luego volvió a subir, esa mirada estaba quemando ya mi entrepierna, y abultando la tuya.

La oscuridad y el ruido fueron nuestros cómplices, bailamos como nunca, mas pegados que nunca, toda la noche, pude sentir en mi vientre tu pene erecto, y cuando había oportunidad, lo comprobaba con mis manos, tu no podías quedarte atrás, secretamente jugueteabas con tu pierna, enredándola entre las mías, acalorándome más, tocabas cuando te daban ganas mis nalgas, disfrutando de su forma tan redonda, acercándome con ese movimiento más a ti, mis pezones como tu pene toda la noche permanecieron duros.

Nuestro baile me excitaba y no quería más que bailarte en privado y escurrir en sudor, tanto o mas como lo estaba haciendo ya, mis pensamientos produjeron un gemido, que al desahogarlo en tu oído, pude notar como te estremeciste.

Ya no quería estar mas ahí, quería llegar a tu cama, quitarte todo, comerte hasta saciarme y luego montarme en ti. Debiste adivinar mis pensamientos porque me tomaste de la mano y salimos con rapidez.

Apenas abriste la puerta de la casa, me lancé a tu boca, devorándote con besos cada vez mas hambrientos, subimos al dormitorio, nos desnudamos y nos recostamos, te subiste encima de mi, y comenzaste a besar mi cuello, volviéndome loca con la saliva que escurría de tu boca sobre mi cuerpo; seguiste besándome, llegando a mis tetas, las tomaste entre tus brazos, disfrutando su forma, luego introdujiste en tu boca uno de mis pezones y lo mordiste despacito arrancándome un grito, luego con tu lengua moviéndose en círculos, lo lamiste, y repetiste el proceso con el otro, haciendo que de inmediato mi entrepierna se empapara, tu muslo lo noto, y bajaste poco a poco tu cabeza, besando mi vientre, y luego llegando a ese lugar escondido entre mis piernas.

Me miraste antes de continuar y luego, luego…. Aaaaa, comenzaste a jugar con tus labios, besando los míos, dedicándole tiempo a mi clítoris, mezclando tu saliva con mis fluidos, y metiendo tu lengua en mi vagina, tremendamente caliente, yo sostuve tu cabeza para hacerte entrar mas en contacto con mi interior, tu te sujetabas con fuerza de mis nalgas, como pretendiendo que no me quitara, pero mis ganas, no podrían dejarme hacer eso, yo gritaba y gemía como loca, era delicioso sentir tu lengua deshaciendo mis sentidos.

Cuando te percataste que estaba a punto del orgasmo, subiste a besar mis otros labios, y de un solo golpe, te metiste en mí, con una erección caliente, grande y llena de ganas de venirse dentro de mí, te abrace arañando tu espalda con cada embestida que dabas, mientras sentía tu pene perforarme, me besabas el cuello, y en ratos bajabas tu boca a mis pechos, te enredé con mis piernas para sentirte mas dentro, mis gritos no se hicieron esperar y tu respiración cada vez era mas cortada, de pronto sentí como tu cuerpo se contraía en contra de tu voluntad, tu cabeza se hecho para atrás y de tu boca escaparon gemidos cada vez mas prolongados, yo sabía lo que esa escena significaba, podía sentir como tu semen se derramaba en mi interior, supe que habías alcanzado el orgasmo.

Te tomo unos segundos reponerte, y seguiste moviéndote cada vez con mas fuerza, hasta que lograste llevarme contigo, sentí una presión en mi cuerpo, me aleje del mundo por un momento, y sentí como mis muslos estaban empapados, grite como loca, sin importarme nada mas que el torrente de emoción en el que estaba.

Cuando un suspiro hondo te informo, que yo también había tenido el orgasmo tan placentero y prolongado, tumbaste tu cabeza en mi pecho, te di un beso en la frente y te abrace. Y esa noche dormimos abrazados.

viernes, 7 de agosto de 2009

De Paseo

Esta noche salgo de paseo con nada más que mis manos sedientas de tu cuerpo, no hay equipaje, no hay boletos, esperaré paciente a que llegue mi transporte -un beso tuyo.

Mi recorrido empezó con unos pies delicados, tobillos delgados, piel suave, deditos juguetones, unos talones fuertes y decididos; un poco mas adelante y sin hacer escalas, se dibujan unos preciosos chamorros, marcados por años de ejercitarlos y hacer mover tus piernas como nada, rodillas de niña y comenzamos a acelerar con tus muslos, notando tus piernas atléticas y tus muslos suaves y de longitud perfecta.

Andaremos en círculos un poco para admirar el paisaje y llegar a tus preciosas nalgas, esto tomara tiempo, ya que tienen una forma deliciosa y estan riquísimamente grandes, dignas de una escultura en marmol, suaves y con un no se qué, que cuando las tomo en mis manos o me rozan mi entrepierna para causar mi erección las siento sabrosísimas en mi cuerpo.

Y ya que tomé este camino me quedaré a descifrar esos dos hoyuelos en la parte baja de tu espalda, símbolos de sensualidad, tan tuyos y tan exquisitos cuando "accidentalmente" los observo sobre tus nalgas desnudas, o unos centímetros arriba de una coqueta tanga. Ah bendita espalda tuya, que me lleva hasta tu nuca y tu cuello largo y sensible a mis besos, suave y digno de morderlo.

Me robaré un suspiro tuyo y me quedaré a descansar en tu boca, tan húmeda, tan suave y tan traviesa. Tus ojos, no existe palabra aun para describir su belleza y todos los sentimientos que puedo descifrar tan solo viéndome en ellos, un brillo tan sincero y con cada pestañeo pareciera que el mundo se detiene, mato por tener tus ojos y lo sabes.

Regreso a casa entre tus grandes senos, viendo en lo alto dos preciosos pezones endurecidos por la pena, los noto muy suaves, grandes y de temperatura agradable a mi lengua, el lugar mas seguro donde puedo sobrevivir sin nada mas que escuchar el latir de tu corazón y alimentarme de tus tetas, quiero lamerlas, quiero mamarte los pezones hasta que se escapen esos gemidos de tu boca, quiero juguetear con ellos y seguir mi camino hacia tu ombligo y un poco mas abajo, para encontrar mi destino: tu intimidad.

Un poco de vello se asoma desde aquí, verlo me empieza a calentar, me pongo mal de pensarlo y después mirar un poco mas abajo, tus labios humedecidos por tu miel, suaves y rosados. Las puertas al paraíso están cerradas, tendré que abrir éstos pétalos de poco en poco y acariciarlos para poder tomar de la miel que sale de tu cuerpo, entre el botón del placer y tu vagina vivo observando bien el panorama, hermosa flor que me regalaste y la hago mía cada que tengo oportunidad, que me excita tan solo su aroma y hasta una imagen suya me podría llevar al cielo

miércoles, 5 de agosto de 2009

[4 X 1] parte 2...

Después de un sueño igual de placentero que nuestro encuentro tan cercano, mis piernas aun sentían temblar del gado de excitación al que había llegado; te bese, logrando despertarte; era un poco tarde y aun nos quedaban cosas por hacer.

Nos levantamos, la ducha nos esperaba, caminamos, desnudos por el pasillo, mi sangre hervía de las ganas que aun tenia de ti, el agua me parecía fría con lo caliente que se encontraba mi cuerpo, me fascina admirar tu cuerpo desnudo bajo el agua, porque imagino que cuando te duchas sin mi, esas gotas que caen en tus hombros, resbalan por tu pecho, escurren por tu pene, y mojan finalmente tus muslos; son mis manos, ansiosas siempre de ti. Mientras mi mirada seguía el recorrido del agua, mis pensamientos lograron erectar mis pezones, y tu lo notaste de inmediato, porque comenzaste a masajearlos de una manera tan deliciosa, que de mi boca escapo un gemido.

No se como viendo la rapidez con la que tu pene se ponía grande, pude concentrarme en enjabonar mi cabello, mientras yo lo masajeaba a él, tu seguías masajeando todo mi cuerpo.

Después de un rato de jugueteos, por fin conseguimos ducharnos, en ese momento accidentalmente se resbalo el jabón llegando hasta el piso, y mientras yo lo levantaba, siempre procurando que pudieras admirar bien mis nalgas, tu me atrajiste hacia ti, acercaste a mi trasero tu poderosa erección; y sentí una potente descarga eléctrica que me recorrió, me levante, y de inmediato me giraste hacía a ti, para que ahora pudiera sentir tu pene acercándose a la humedad confundida con el agua; me besaste tan hambrientamente, que un momento más que tu lengua penetrara mi boca, y ahí mismo entre el agua chorreante, me hubiera entregado a ti.

Después de un ducha como ninguna, salimos desnudos aun, y mientras me vestía seguía provocándote, usaría una tanga totalmente transparente, que te dejaría muy poco a la imaginación, unos shorts cortos, blancos, muy ceñidos a mi cuerpo, que hacían ver mis nalgas en todo su esplendor; mientras tu también te ponías una camisa blanca muy liviana; yo me ponía mis tacones de aguja, tan altos, que al abrazarte mi entrepierna siempre cruzaría con la tuya. Me peine y maquille, siempre con el coqueteo, y tu con la mirada que me reclama tuya.

Cuando estuve lista para ti, se te ocurrió una idea repentina; me guiaste a tu cama y me tumbaste ahí, yo no opuse resistencia sabia perfecto lo que ocurriría ahí, pero no me interesaba para nada evitarlo, subiste mi blusa para admirar mis tetas, contenidas en un sostén de tela tan delgada, que al instante fue notorio mi pezón erecto, quitaste todo lo que te estorbaba, estrujaste mis curvas, me besaste con la necesidad de quien no ha devorado en tiempo largo su bocado favorito.

De repente, sin aviso y para mi asombro bajaste la cremallera de tu pantalón, bajaste tus bóxers, y pude ver tu hermosa erección, completamente lista para mí. Quise acariciarte, pero la fuerza que te daba el que estuvieras de pie y yo tumbada, me lo impidió.

Así yo recostada en la orilla de la cama, sin ropa, pero perfectamente peinada, maquillada y perfumada, te esperaba, con mi vagina empapada; me lanzaste una ultima mirada y me penetraste, tu posición de pie, solo conseguía que entraras más y más, pude sentir como mi cuerpo se amoldaba al tuyo, como cada vez estaba mas mojada, y tu mas duro.

Rodee tus caderas con mis piernas, empujándote mas dentro, tu sujetabas con fuerza mis nalgas acercándome mas a ti, mis manos aferradas el borde la cama, estaba tan excitada, y tu también, no te habías quitado la camisa y podía ver en la oscuridad como el sudor escurría por tu cara.

En cuestión de minutos, a la par llegamos al orgasmo, mis gritos fueron desmedidos, seguramente los pudieron escuchar los vecinos, sentí como estallaste en mi interior, y un calor impresionante rodeaba mis caderas.

Te tumbaste a mi lado, acurrucándote en mis pechos. Nos dimos un beso… y luego, luego nos vestimos de nuevo, la noche era larga, y aun teníamos cosas pendientes, y nosotros ya estábamos totalmente listos!

martes, 4 de agosto de 2009

No vayas

- Hola, q haces? Si se fueron todos menos yo, no tardes

Olvidé todo y pensé en tu cuerpo, salí corriendo con mil ideas en la cabeza, de hecho todo el camino me la pasé con una erección tremenda tan solo de la idea de pensar en lo quer haríamos, en la falta que nos hacía esto.

Toqué nervioso, aun no tengo mi llave, si no te hubiera sorprendido audazmente.
Ni siquiera te molestaste en salir, abriste la ventana y lanzaste la llave temerosa de que alguien por la calle te descubriera.

Me apresuré a entrar huyendo de los ojos de los vecinos, atravesé el primer candado y después la puerta, te imagino acostada, aun con tu uniforme, haciéndote la dormida.
Abrí la puerta y subí las escaleras con sigilo, "para que no me descubran", pensé. Aunque solo estabamos tu y yo en tu casa, para mi sorpresa, aún tenías el uniforme puesto, pero no estabas acostada, me esperabas sentada en tu sillón, distraída en una pantalla de laptop apagada.

Me miraste con esos ojos ganosos de sexo, esta vez no querías hacer el amor. Pareció que no nos habíamos visto en meses, te lanzaste sobre mí y yo ya te esperaba con las manos sedientas de tu cuerpo. Estabas descalza, pero aun conservabas todo tu atuendo, cosa que no duró mucho me apresuré a bajar tus pantalones y a observar un momento tus piernas
, teniendo mayor empeño en tus muslos y mas arriba, la sensualidad de tu ropa interior, además de que si observaba fijamente notaba que ya estabas mojada, olía a miel, olía a ti, a tu intimidad y eso me volvió loco, al mismo tiempo que arrebataba tus pantalones te apresuraste a quitarme la camisa, sin reparo en los botones, acto seguido te encargaste de mi cuello y yo, de alzarte la blusa para dejar al descubierto tu nuevo bra y esas formidables tetas tuyas.

De re-ojo notaste que mi pene se mostraba grande por debajo del pantalón y tus manos se abalanzaron sobre él, aún había mezclilla y mis bóxers entre tus dedos y mi erección pero de cualquiero modo la hiciste tuya y urgidamente bajaste el cierre; los bóxers del día tenía
n una caracterísitca que te fascina, esa abertura que facilita que me saques mi pene duro sin si quiera bajarme los bóxers.

En este punto ya no tenías blusa y solo llevabas tu ropa interior, tus calzones ya muy mojados y yo imaginaba tus pezones dispuestos para mis dedos y mi boca; con mi mano izquierda, hábilmente desabroché tu bra dejando al descubierto tus preciosos senos, grandes, suaves, calientes, y como pensé, los pezones estaban terriblemente excitados y sin dejar de tocar tus entrepierna me dediqué a ellos, me dediqué a tus tetas y a lamer tus pezones, es maravilloso poder admirar tu cuerpo, que ahora es mío y juguetear con el como yo quiera.


Quitarte tus húmedos calzones blancos requería tirarte en la cama y abrir tus piernas, yo cada vez mas duro te tumbé, alcé tus piernas y te los arranqué de un movim
iento, haciendo pausa momento después con tus piernas abiertas para admirar tus labios humedecidos de miel, tú clitoris de ese color tan puro y tan rico y un poco mas abajo, tu agujerito, tragué saliva y sin más, metí mi cabeza entre tus piernas y empecé a lamer toda tu intimidad. Ya te mordías los labios y te pellizcabas los pezones retorciendote sobre tu espalda cada vez mas lentamente disfrutando de mi maniobra entre tus muslos; parecía que no hubiera comido en días y me estaba saciando de tu miel, de tus fluidos; además de pasar mi lengua por tu clitoris y por tus ricos labios vaginales decidí usar mis dedos en tu agujerito que pronto se fue abriendo para darme paso.

Con mi lengua y con mis dedos dentró de tí parecería que
enloquecías, ya no sabías si morderte o gritar y gemir, estabas totalmente expuesta, abierta para mí, totalmente mía.

En mi entrepierna la misma erección que tu habías causado con tus besos y tus manos seguía viva y creciendo al estar disfrutando de tan maravillosa escena.

De pronto de tu boca escaparon, entre gemidos, palabras, no te entendí al principio pero tu voz se fue haciendo fuerte, -"¡Quiero que entres en mí!" y me detuve, paré súbitamente y tu aún temblando y antes de llegar a tu orgasmo me miraste suplicando. No podría decirle que no a esos ojos tuyos, siempre tan coquetos, hoy llenos de lujuría.

Me lancé sobre ti, tu mano me ayudó en mi labor y suavemente te penetré.

lunes, 3 de agosto de 2009

[4 x 1] parte 1...

Esa noche no pudo haber sido más suculenta…

Llegue a tu casa cuando el sol estaba por meterse, las 6 de la tarde debían ser, la pequeña maleta que apresuradamente hice, informaba a cualquier vecino que pudiera verme, que mi intención no era pasar ahí solo un rato… nuestros planes pintaban para largo.

Me recibiste, como quien recibe a su presa, esa que apenas cruzando la puerta va a devorar, simule tener sed, y un vaso de agua te pedí, la misma que resbalo con mas lentitud de la normal por mi garganta, era fría, pero ni su temperatura consiguió apagar el fuego que entre mis pechos ardía.

Subimos a tu habitación y nos prometimos solo dormir, pero desde el momento en el que sorpresivamente me abrazaste por atrás y sentí tu miembro en mis nalgas, supe que esa tarde nos prometía a nosotros ser larga.

Comenzaste besando mi cuello, y en medio del silencio de la habitación, podía escuchar tu lengua escurriendo, al mismo tiempo que mis caderas hacían movimientos circulares con un solo fin, encender más tu cuerpo, ponerte más duro, ponerte más grande.

No pude resistir la tortura que alargabas con tu lengua entrando en mi oído, simulando que entraba en otro lugar más húmedo, tu sabes cual…

Me di media vuelta, y sin aviso previo deposité mi mano justo debajo de tu pantalón, masajeando tu pene con delicadeza, tu desesperación se hizo notar con la urgencia de tus besos, podía sentir tu lengua más caliente, mas traviesa, como descendió por todo mi cuello y quitando de un solo movimiento blusa y sostén, para seguir con tu recorrido, hasta llegar a mis pezones, morderlos, lamerlos, chuparlos… me hiciste a tu antojo, de mi boca solo salían pequeños gritos ahogados, claro siempre procurando que los vecinos no notaran mi presencia en tu cama.

No supe el momento preciso en el que nuestras manos torpes, guiadas por la lujuria, quitaron de nuestros cuerpos las ropas… pero de pronto yo ya estaba montada encima de ti, besando tu cuello, y susurrándote de vez en cuando palabras traviesas, y quise prolongar la deliciosa agonía, esa que había erectado tu pene como nunca antes, era posible ver tus venas, completamente dilatadas, de toda la sangre que por ellas pasaba, eras completamente recto, completamente dispuesto a penetrarme.

Bese tu pecho, baje por tu abdomen, y ya no necesite recorrer más, me detuve a devorarte, a lamer tu miembro desde la base hasta la punta, empapándolo con mi saliva caliente, mordiéndolo, succionándolo, así como se hacer, así como te vuelve loco que lo haga, me tomaste la cabeza como intentando penetrar mas profundamente mi boca, pero me quite, no era así como quería que te vinieras.

Mientras estabas perdido en tu torbellino de emociones, me monte en ti, haciendo que tu pene entrara lo más adentro posible, sintiendo la presión con la que se iba abriendo paso, y la maestría con la que se amoldaba a mis paredes, de pronto sentí un calor que quemaba, y muy seguramente tu también lo notaste, porque atinaste a decir: estas que ardes.

Pero aleje de ti cualquier palabra, te cabalgue, con movimiento circulares, rítmicos y sincrónicos, ese día yo llevaba las riendas, yo mandaba; y al parecer a ti no te desagradaba, tomaste entre tus manos mis pechos estrujándolos con tal fuerza que de inmediato mis pezones se erectaron, era fascínate la sensación de sentir tu pene perforando mis entrañas, mientras que con tus manos jugueteabas con mis tetas.

Las embestidas se hicieron cada vez más fuertes, y yo cada vez te sentía más dentro, de pronto con un solo movimiento; llegamos al orgasmo los dos juntos, como nos gusta tanto hacerlo; sentí tu semen escurrir dentro mío combinado con la humedad que había crecido. Los gritos ya no fueron mudos y poco nos importaron los vecinos.

Caí rendida sobre ti, después de cabalgata tan ardua, a cualquiera le da sueño; me acurruque entre tus brazos, y nos quedamos dormidos….

C

Cuando te conocí no imaginaba que resguardabas una figura perfecta debajo del uniforme.

Me sorprendí días después al ver ese hermoso escote que dejaba ver un poco de tus pechos, imaginaba unos grandes senos y unos pezones riquísimos, moría por arrancar la blusa y mirarte despacito, observar en cámara lenta cómo se lograba una riquísima erección de tus pezones con un rose de mis manos, o tal vez con el frío, no importaba, a estas alturas solo quería admirar cómo tan preciosa forma se elevaba apenas un par de milimétros sobre el seno y como la aureola también se endurecía; pareciera que estaba lista para algo. Mirarlos sobre la blusa ya es algo, todo hombre los nota, a mi me excita notar los tuyos, pero me prende mas cuando no hay blusa, cuando descubro debajo del brasier unas tetas suaves, grandes, firmes, calientes, de caída perfecta y movimiento armonioso.

Adivinaba el tamaño exacto de tus grandes tetas, el color y forma de tus pezones era un misterio, pero juraba que en su conjunto esas dos preciosas partes de tu cuerpo estaban deliciosas. Me gusta espiar tu escote, cerrar los ojos un segundo y enloquecer por lo que hay debajo, esos preciosos senos que encajan perfectos en mis manos y además unos pezones que le saben delicioso a mi boca.

Me gusta tocarte cada una de tus "bubis", dedicarle su tiempo a cada una para que no se ponga celosa la otra, acariciar la parte baja y después crear una agonía en ti jugueteando en circulos sin tocar siquiera el pezón, después mirarte y ver como te muerdes los labios enmudeciendo esos gemidos de placer, pidiendo que te toque mas, que te muerda, que te pruebe y que te lama hasta saciarme.

Cuando hay gente, me gustan las caricias secretas, acariciar tu brazo o tu costado siempre son pretextos perfectos para tocar por un lado esas grandes tetas tuyas.

Me prende demasiado cuando pasas tu pecho desde mis piernas hasta mi boca, sentir como esas dos perfectas formas van subiendo por mis muslos y un instante después se detienen y regresan hacia mi erección, sentir tus senos calientes en mi pene es delicioso y me gusta que lo sientas duro en tus pechos, que rosen tus pezones y repose en ese lugar entre las dos tetas, quiero venirme en ti.

Me urge descansar mis labios en tu pezón izquierdo, cerca del corazón

domingo, 2 de agosto de 2009

Apuesta Indecorosa

Era uno de tantos viernes, pero hasta mi ropa interior revelaba mis intenciones, me había puesto una tanga de rosado encaje transparente, y no usaba sostén, eso te lo revelaría hasta después, pero solo pensar en la trampa que tenia dispuesta para ti, mojaba de una manera salvaje mi entrepierna, esa mañana habíamos hecho una apuesta, y segura estaba que la ganaría…
La tarde transcurrió con normalidad, pasaste por mí a la hora acordada, tan solo verte esperando afuera tan apuesto me prendió, y secretamente sentí una erección en mis pechos, mas me quede callada, te abrace e inhale lo más que pude tu aroma ese que puede llegar a desquiciarme…
La lluvia le daba un ambiente más cálido y familiar a nuestro día, llegamos a uno de nuestros restaurantes favoritos, y los paladares quedaron extasiados, como más tarde lo quedarían nuestros cuerpos, salimos del lugar lanzándonos miradas perversas, tan llenas de humedad. Las gotas que caían del cielo alcanzaron a empaparnos un poco, y el agua sobre mi cuerpo solo consiguió ponerme más urgida de lo que ya estaba.
Llegamos al auto, y como muchas noches sino es que todas en las que salimos, buscamos la oscuridad como lo hacen los gatos, mientras manejabas la desesperación hacia transpirar mas de lo habitual mis manos, quería con todas mis fuerzas tocarte, porque sabia perfecto que bajo tu pantalón encontraría un pene erecto, pero no! Conocíamos las reglas de la apuesta, nos besaríamos, besos tiernos, besos urgentes, besos calientes, besos de todo tipo, y si nos faltaban, los inventariamos, pero nunca debíamos tocarnos; un solo roce de tus manos en mis pechos, en mis nalgas, en mi entrepierna, haría el triunfo mío; uno solo de mis dedos en tu miembro o en tu trasero, te daría la victoria que esa noche no estaba dispuesta a darte.
Llegamos a uno de esos lugares que con vidrios empañados solemos hacer nuestro, yo reía tan coquetamente, que seguro parecía una zorra encontrando nuevo cliente, pero poco me importo, yo sabía que el triunfo sería mío porque ya lo había decidido así.
Reclinamos los asientos, y me eche encima de ti, olvide los besos tiernos, comencé con besos sedientos de tu cuerpo, esos donde la lengua va y bien y juega con tus sentidos a placer, te bese el cuello, te mordí, y casi estuve a punto de bajar mi mano a donde seguro quería ella estar, pero me detuvo el deseo de ganar, y luego susurre despacito a tu oído: no uso sostén… en cuanto termine de decirlo escapo un gemido de tu boca, y ese sutil sonido causo efectos inesperados en mí.
Regrese a mi asiento, y me seguiste con determinación, en tu mirada podía descifrar el loco deseo de posar tus manos en mis pechos, de estrujar mis pezones, de morderlos, de lamerlos, pero no, aun no era momento…
Nos besamos, como si nunca más fuéramos a hacerlo, los vidrios comenzaban a empañarse por la saliva evaporada de nuestras bocas, y yo comencé a provocarte con palabras “tócame” “los dos sabemos que lo quieres hacer” y muchas más, cada vez mas obscenas; en ese instante y para tu sorpresa, baje el top que usaba dejando al descubierto el majar que mas te gusta devorar; te ofrecí mi cuerpo, como solo una puta podría hacerlo, pero es que no soy cualquier tipo de puta, son la mujer salvaje que se esconde bajo el disfraz de niña, esa que solo aparece ante las caricias de un solo hombre, solo de ti, solo tuya…
Podía sentir en mis muslos como tu entrepierna estaba poderosamente abultada y yo sabia la razón, moría de ganas de bajar el cierre de tu pantalón, quitarte los bóxers y meter en mi boca tu pene, pero no, no estaba dispuesta a perder…
Cambie de estrategia, acercaba lo mas que podía mis pechos a tu cara, para que un descuido, tu boca los rozaras y así salir victoriosa de nuestro encuentro. Pero no lograba vencer a mi tan caliente adversario.
Estábamos adentrados en los besos, cuando de pronto, y para mi total sorpresa, habías tocado mi nalga derecha…. Si! Habías perdido, ahora el juego tomaría un rumbo no del todo desconocido.
Con prisa y un poco de torpeza nos despojamos de las prendas que tan cuidadosamente habíamos elegido para esa cita, y ya completamente desnudos, las caricias no se hicieron esperar, tu mano abrió mis piernas, para encontrarse con una humedad casi sobrenatural, de mi vagina escurría miel, esa miel que te fascina degustar, mis labios estaban tan dilatados que su aspecto rosado tenia una tonalidad acorde a nuestras ganas, más intensa.
Mientras tus dedos hacían magia, mi mano disfrutaba de una suceso extraordinario, los besos habían hecho en ti estragos y apenas unos roces de mis ansiosos dedos en tu aun mas ansiosa erección, provocaron un éxtasis total, el momento de tu orgasmo había llegado, pude ver como tus muslos se contraían, como tus ojos se perdían, como de tu boca escapaban gritos, y como mi mano se llenaba poco a poco de tu abundante semen.
Un segundo para recobrar tus fuerzas, y volviste inesperadamente al juego, con un poco de esa brusquedad que me gusta de ti, comenzaste a tocarme cada vez con mas fuerza y mas rapidez, como solo tu sabes jugabas a la par con mi clítoris y metías tan dentro tus dedos, que te basto menos de un minuto para hacerme tocar el cielo, eche mi cabeza para atrás para disfrutar mas del momento, mis piernas temblaron como nunca, y yo pude sentir uno de los orgasmos más exquisitos que me has regalado.
El silencio reino en el auto, y las respiraciones tardaron minutos en sosegarse, y a pesar de que la noche era un poco fría, adentro el calor era infernal.
Nos regalamos una mirada mezclada, de satisfacción y complicidad, y es que al final de cuentas, los dos perdimos la apuesta.

Tu Lengua

Con una ténue sonrisa me dijiste que no te gustaba besar con la lengua, que solo en ocasiones, pero que no sucedía siempre; en mi cabeza vagó la idea de ¿en qué ocasiones?, además espié entre tus labios ese pequeña y dulce lengua tuya que se arqueaba y se movía suavemente mientras hablabas.

Al mismo tiempo que hablabas supuse que tu temperatura corporal tendría que ser mayor para lograr obtener esos besos apasionados tuyos, yo además del rose de tus labios quería saborear tu lengua. Quería calentarte y explorar tus comisuras con mis lengua y probar cada rincón de boca y accidentalmente sentir la tuya, suave y mojada de tu deliciosa saliva.

Tuve que esperar paciente, pero la recompensa llegó, los besos se fueron haciendo mas apasionados, mas profundos, al igual que nuestros abrazaos y caricias.

Cuando porfin la probé me volví loco, estaba frente a mí la mujer mas hermosa que jamás hubiera visto, inteligente y muy cariñosa, era mía, su cuerpo me pertenecía, al igual que sus sueños.


Las respiraciones se hicieron una misma, muy agitada, las bocas se comían una a la otra desesperadamente, hambrientas de besos y de sentir siempre un poco más, de experimentar, de conocer, de ir un poco mas adentro. Y las lenguas se encontraron y exploraron cada una a placer, entre la dulzura y la lujuria, donde nuestras lenguas son las protagonistas y nuestras bocas el mejor escenario de baile preparado para que jugueteén hasta morir.

INAUGURACIÓN

Los planes estaban hacen tanto tiempo, yo supe desde su primer caricia, justo en mis pechos, hacia meses atrás; que mi cuerpo deseaba con locura un encuentro del tercer, cuarto o ultimo tipo con el de él.

Mis manos tocaban con ganas, siempre que podían su miembro, ese que deseaba y solo en sueños podía sentir penetrando mis entrañas.

Pero ese día el sol nos pintaba diferente, las sonrisas eran mas calientes, y los besos mas urgentes, aprovechamos que la casa estaba sola, nuestras miradas cómplices, sabían lo que pasaría en la cama apenas abriéramos las puertas.

Inauguraríamos esa mañana nuestros cuerpos.

Nos quitamos de prisa las ropas como dos perros en celo, con la ganas de los principiantes y sin la experiencia de los expertos, pero al final quedamos desnudos, aprecie tu cuerpo bronceado como una niña que mira con la baba caer un dulce, mire primero tu cuello largo, baje por tu torso libre de vello, eso me puso tan pero tan cachonda, llegue a tu cintura y el vello se comenzó a hacer mas abundante, el camino me guiaba y yo no pude hacer mas que seguirlo, hasta que llegue a tu erección, era tan maravillosamente perfecta, tal como la había imaginado, pude ver como mi mirada provocaba secretamente que se pusiera más dura; luego de distraerme por minutos continúe el recorrido, por tus muslos firmes, como a mi me gustaban, eso me puso un poco más caliente.

Descubrí que no era solo yo la que inspeccionaba, descubrí tu mirada perdida, primero, en mis pechos, grandes, con mis pezones deliciosamente erectos por la emoción que había causado mi recorrido por tu cuerpo; y luego de perderte por segundos en su grandeza espiaste justo una cuarta debajo de mi ombligo, como si fueras un niño ansioso por moverle todos los botones a su juguete nuevo… tu espionaje tuvo consecuencias en tu pene, pude ver como se puso más grande y más duro, o castigo divino! Mi entrepierna se mojo.

Nos tumbamos en la pequeña cama, ese día mi habitación dejaba de ser solo mía y se convertía en habitación para dos, los besos se hicieron más húmedos, tu boca alcanzo mi cuello, y siguió bajando, luego sacaste tu lengua y lamiste ambos pezones, con la maestría de un inexperto, si, esa era también tu primera vez.

Yo no atinaba que hacer, el miedo de ser brusca me invadía acompañado del miedo a no lograr satisfacerte. Pero la lujuria me guió, tome en mis manos tu deliciosa erección, y con movimientos lentos, de arriba abajo logre arrancarte una respiración cada vez mas agitada.

Mientras tanto tus manos temblorosas, tocaban lentamente mi clítoris, mojando cada vez más la flor que tanto te gustaba, luego metiste tus dedos en mi agujero, para cerciorarte de que tan caliente y lista estaba para ti, acto seguido un grito se escapo de mi garganta, y al final solo dos palabras: hazme tuya!

Te levantaste y te subiste encima de mi, pidiendo que con mis manos guiara tu camino, y eso hice, tome tu pene entre mi pequeña mano derecha, mientras que con la izquierda sujetaba una de tus nalgas, cuando tu miembro encontró su lugar, el lugar al que deseaba entrar, en un movimiento sincrónico, te empuje hacia mi y tu me atrajiste hacia ti…

Un suspiro escapo de mi boca, lo que había presenciado solo en sueños, estaba sucediendo esa mañana en mi cama.

Me estabas penetrando tan ágilmente que pareciera que nuestros cuerpos se conocieran ya de esa manera tan secreta.

Con movimientos similares al vaivén de las olas del mar, nuestros cuerpos se hicieron uno solo, podía sentirte dentro, y un sudor con otro aroma recorría tanto tu cuerpo como el mío.

La ultima embestida llego, y con ella los gritos de una mujer completamente satisfecha, que sentía el orgasmo más placentero… pude sentir como a la par tu te venias, si dentro de mí, como tu semen recorría mi cuerpo, y puedo jurar que no existe mejor sensación.

Después de la tormenta llega la calma… nos tumbamos, llenos de fluidos, exhaustos y es que habíamos inaugurado ese día nuestros cuerpos, nuestra cama, nuestra habitación.